domingo, 1 de enero de 2012

¿Alguna vez...

... sentiste que la soledad te engullía? ¿Que aunque estuvieras rodeado de gente, no había nadie a tu contigo? ¿Que nada podía hacerte sentir... completo?
Esa sensación de vacío, ese nerviosismo que te hace estar inquieto, que no te deja encontrar la calma, que se aferra a tu pecho y ralentiza los latidos de tu corazón y dificulta tu respiración. Esa sensación de que algo va mal, de que lo que parece perfecto es solo un espejismo, de que todo cuanto está a tu alrededor es una trampa. 

De repente, te paras a pensarlo y te sientes sola, débil, extenuada y sin fuerzas para hacer nada por cambiar las cosas. Sólo quieres que alguien te abrace fuerte, te haga sentirte capaz de enfrentarte a cualquier cosa y que no se marche de tu lado... Y en algún momento, crees encontrar a esa persona, y durante un tiempo crees estar en la cima del mundo, pero tras un paso en falso... ¡ZAS! Una piedra cede y te precipitas al vacío, y resulta que allí arriba no había nadie contigo, nadie que te sujete, nadie que se preocupe de que te caigas, nadie que pida ayuda... Nadie.
Cuando te estrellas contra el suelo, una multitus curiosa se cierne sobre ti. Cuchichean, hacen conjeturas sobre qué pasó allá arriba, qué te llevó a subir, qué hizo que te cayeras o si te empujaron. Algunos tratan de ayudar, pero la gran mayoría se dedica a parlotear o pasa de largo. Estás sola, dolorida, sin poder moverte... y apenas nadie se entera de que necesitas su ayuda desesperadamente.
Se te cierran los párpados. Sientes el aliento de alguien que te llama y trata de mantenerte consciente, pero no puedes. Tienes sueño, te duele todo, necesitas descansar. Sientes que te zarandean, que te piden que despiertes. Las lágrimas corren por tus mejillas: quieres dormir, pero a la vez luchas por no sucumbir a Morfeo.
Un último aliento, y tu cuerpo deja de pesarte. Se acabó.

Al cabo de unos instantes, despiertas en tu habitación. El reloj marca las 7 de la mañana siguiente, pero sólo eso ha cambiado. Al ponerte en pie, todo te pesa, te estorba. Y de nuevo, las mismas sensaciones de antes te atacan. Comienza un nuevo día, y no tratas de vivir. Tratas de sobrevivir a él, una vez más.

1 comentario:

  1. Palabras que tocan lo más produndo del sentimiento... Debo admitir que encajan perfectamente en el perfil de una persona agorafóbica, algo parecido a la demofobia que tengo, pero bueno, siempre es bueno leer los análisis psicológicos de alguien que se asemeja a ti. Saludos.

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