domingo, 29 de mayo de 2011

Hechicero...

Caminaba por la calle, con mis amigos, en un día cálido y el sol brillaba con fuerza. El cielo era de un impecable color azul y la gente lo agradecía: era un día de fiesta y, la inmensa mayoría, lucían su conjunto de peña.
Pasábamos por el local de otros amigos, como los dos días anteriores, para saber dónde podríamos encontrarles a eso de las 8 y ver el encierro. Lo normal aquella semana festiva...
... Y entonces, le vi a él. Mis ojos se detuvieron en una infinita, oscura e implacable mirada y luego viajaron hasta su sonrisa, delimitada por unos hermosos y apetecibles labios.
Desde aquél momento, supe que no podría escapar nunca... Jamás.

A día de hoy, mi boca lucha por fundirse con la suya...
a la vez que yo lucho por deshacerme de su letal embrujo.

domingo, 22 de mayo de 2011

Sin tí, sería silencio - Mägo de Oz

Si tú me dices ven...

... yo sé que lo dejo todo por ir donde tú estés.


Cuando hablo contigo me reduces a un montón de frases inconclusas y teorías sin sentido.



Quería ser la razón de tus noches en vela
y acabaste siendo la razón de las mías.

sábado, 21 de mayo de 2011

Rabia.

Impotencia.
Ira.
Inquietud.
Sensación de ahogo.
Ganas de salir corriendo.
Ganas de gritar.
Ganas de llorar.

Y miedo.
Mucho miedo.



Nunca piensas en lo que puede suceder un día cualquiera. Es un día más, ¿qué podría cambiar? Una tarde de sábado como las anteriores: sabes que le vas a ver, pero también sabes que no va a pasar nada...
¿Por qué, sin embargo, me siento así esta vez? Hoy es diferente. Hoy ha cambiado algo, y no porque ese algo haya cambiado con él, sino porque algo ha cambiado en mí: hoy me siento inútil, débil, cobarde, asustada, sola, triste, inquieta, mareada, ahogada, desconcertada...

 Una parte de mí deseaba con todas sus fuerzas dar un paso hacia delante: deseaba un cambio. Pero el lado que quería que las cosas siguieran igual, hablaba más alto.

Normalmente esto no me descolocaría, porque, al fin y al cabo, es lo de siempre: quiero que pase, pero no quiero.

¿Que pase el qué? Que me bese. Que le bese. Que nos besemos. Que se detenga el tiempo. Que mis labios se unan a los suyos. Que sonría mientras mi lengua le echa un pulso a la suya. Que nos cueste separarnos, y que lo hagamos sólo para respirar.

 En cambio, eso no sucede nunca. Estoy acostumbrada a irme a casa con las cosas como antes de salir... pero hoy me seinto decepcionada. También ahogada, mareada... Como si el aire no llegara a mis pulmones. Como si el déficit de oxígeno fuera preocupante.
 
Como si sólo él pudiera ayudarme a respirar.



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miércoles, 18 de mayo de 2011

Ella lo dio todo por amor: su sonrisa, su mirada, sus gestos, su forma de ser, sus ideas, sus metas en la vida, sus planes de futuro, sus amigos... Todo.

Él recibía lo que ella de daba, sin rechistar. ¿Daba algo a cambio? Para qué mentir... sí. Lo daba. Pero no pondría la mano en el fuego por jurar que era un trato justo.

Poco a poco, ella fue perdiendo a su gente... Su famililia seguía ahí, cierto. Pero, en la vida, la familia y la pareja no lo son todo. Se necesita algo más o, mejor dicho, alguien más para que sea todo perfecto. Se necesita el cobijo de la amistad, de alguien que no te recoga cuando caigas, sino que evite tu caída. Y ella no cuidaba de sus amigos, los dejaba marchar... Uno a uno, todos fueron apartándose porque, aunque intentaran aferrarse con uñas y dientes a la vida de la joven, una fuerza los expulsaba de allí.

Por algún motivo, ninguno de sus amigos fue capaz de permanecer junto a ella. Ni el más fuerte, ni el más persistente, ni el más importante... Todos acabaron como sombras de su pasado, a pesar de que lucharon por seguir siendo corpóreos, por tener luz propia, por tener un rostro, una sonrisa, una parte importante de sí mismos en la vida de su amiga. Quisieron devolver a la chica a la realidad, ponerla los pies en contacto con el suelo... pero ella no se dejó.

Y, un mal día, después de habérselo entregado todo, después de haber subido hasta los más alto, después de haberse dejado llevar más allá de los límites del infinito Universo... él la soltó, y ella se precipitó al vacío, en caída libre. Desesperada, luchaba por buscar un lugar al que agarrarse, el saliente de una roca, una mano amiga... Algo...  ¡Lo que fuera! Pero no había nada, porque ella no quiso que hubiera nada. Se dio cuenta tarde y nadie detuvo su caída.

Cuando destierras de tu interior a aquéllos que podrían haberte ayudado a ponerte en pie... ¿Cómo sales del pozo? ¿Cómo te levantas? ¿Cómo encuentras todos los pedazos en los que te han roto y los recompones? ¿Cómo rehaces tu vida sin ayuda? ¿Cómo empiezas de nuevo si tiempo atrás decidiste que no querías a nadie que estuviera ahí porque no te iba a hacer falta? Y ahora te hacen falta. No están, porque tú no quisiste, porque tú no les dejaste, porque te querías valer por ti misma y quitaste la red de seguridad, porque el número de acrobacias te ibas a salir estupendamente, pero tu compañero te soltó y te precipitaste al vacío... Y nadie pudo salvarte del golpe.



Le debo varias sonrisas... Unas cuantas, muchas, demasiadas... Y no quiere cobrármelas aún.