domingo, 29 de agosto de 2010

Con una rodilla en tierra, y el corazón en la mano derecha, te hago dueño de mi vida, del aire que respiro, de la sangre que corre por mis venas, de las imágenes que circulan delante de mis ojos, de los recuerdos que invaden mi memoria, de las texturas que acarician mi piel, del viento que me despeina, del Sol que cae sobre mí, de los sabores que invaden mi boca, de los sentimientos que inundan mi corazón... Te hago mi dueño. Te doy mi corazón. Haz lo que quieras con él: cuídalo, quiérelo, abrázalo, bésalo, ódialo, hiérelo, destrózalo, patéalo... pero recuerda que estás dentro.

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